lunes, 12 de septiembre de 2011

LAS INVARIANTES PEDAGÓGICAS DE CELESTINE FREINET

Sintetizan su pensamiento pedagógico y constituyen principios inmutables para la acción educativa.
  •  “El niño es de la misma naturaleza que el adulto; la diferencia es de grado no de naturaleza.
  • Ser mayor no significa necesariamente estar por encima de los demás.
  • El comportamiento escolar del niño depende de su estado fisiológico, orgánico y constitucional.
  • A nadie le gusta que le manden autoritariamente; en esto el niño no es distinto al adulto.
  • A nadie le gusta alinearse, ponerse en fila, porque hacerlo es obedecer pasivamente a un orden externo.
  • A nadie le gusta verse obligado a hacer determinado trabajo, incluso en el caso de que este trabajo en sí no sea particularmente desagradable. Lo que paraliza es la compulsión.
  • A cada uno le gusta escoger su trabajo, aunque la selección no sea la mejor.
  • A nadie le gusta trabajar sin objetivos, actuar como un robot, es decir, plegarse a pensamientos inscritos en rutinas en las que no participa.
  • El trabajo debe ser siempre motivado.
  • Todo individuo quiere triunfar. El fracaso es inhibidor, destructor del ánimo y el entusiasmo.
  • No es el juego lo natural en el niño, sino el trabajo.
  • La vía normal de la adquisición no es de ningún modo la explicación y la demostración, proceso esencial en la escuela, sino el tanteo experimental, vía natural y universal.
  • La memoria, por la que se interesa tanto la escuela, no es verdadera y preciosa sino cuando está integrada en el tanteo experimental, cuando está al servicio de la vida.
  • La inteligencia no es una facultad específica que funcione como un circuito cerrado, según enseña la Escolástica, independientemente de los demás elementos vitales del individuo. La escuela no cultiva sino una forma abstracta de inteligencia que actúa fuera de la realidad viva mediante palabras e ideas fijadas en la memoria.
  • Al niño no le gusta recibir lecciones ex cathedra.
  • El niño no se cansa haciendo un trabajo que esté en la línea de su vida, que es funcional para él.
  • A nadie, niño o adulto, le gusta el control ni la sanción, que siempre se consideran una ofensa a la dignidad, sobre todo si se ejercen en público.
  • Las notas y las calificaciones constituyen siempre un error.
  • El maestro debe hablar lo menos posible.
  • Al niño no le gusta el trabajo en rebaño. Le gusta el trabajo individual o el trabajo en equipo en el seno de una comunidad cooperativa.
  • La vida nueva de la escuela supone la cooperación escolar, es decir, la gestión de la vida y el trabajo escolar por usuarios, incluyendo al maestro.
  • La sobrecarga de las clases es siempre un error pedagógico. Los grandes conjuntos escolares conducen al anonimato de los maestros y alumnos.
  • La democracia del mañana se prepara con la democracia en la escuela. Un régimen autoritario en la escuela no puede formar ciudadanos demócratas.
  • Solamente puede educarse dentro de la dignidad. Respetar a los niños, debiendo éstos respetar a sus maestros, es una de las primeras condiciones de la renovación de la escuela.
  • La oposición de la reacción pedagógica, elemento de la reacción social y política, es también una variante con la que hay que contar.
  • Por fin, una variante que justifica todos los tanteos y autentifica la acción pedagógica: es la esperanza optimista en la vida”66.
 66. PALACIOS, Jesús. Ibídem., pp. 109 - 110.

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