lunes, 17 de octubre de 2011

JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI: APRECIACIÓN CRÍTICA

1. No es posible entender a Mariátegui si no se deja de lado el apasionamiento que impide con frecuencia la percepción serena y objetiva de su ideología, concepción filosófica y de su método de estudio para evaluar e interpretar la realidad peruana. Estamos, sin duda, frente a uno de los peruanos más estudiados en el mundo, prueba de ello son los millones de personas que lo leen en las biblio-tecas y la gran cantidad de páginas web destinadas en su nombre por autores en casi todos los países del mundo.
2. Mariátegui supo interpretar la educación de su época con la mirada profunda y el análisis crítico de una persona totalmente inmersa en su realidad y en el debate intelectual y político del momento, siendo capaz de erguirse por encima de su tiempo para descubrirla a la luz de variables que no se querían ver y que presentaban una visión contestataria a las perspectivas utilizadas.
3. En la obra de Mariátegui sobre la educación subyace la advertencia de que los cambios en la educación no serán fáciles, que sería una ilusión pensar en ello. Mucho menos en un estado burgués en el cual la escuela también lo es. Mariátegui sostiene que la expansión de la educación y las escuelas en el país se produjo más por una presión de los sectores populares que por un interés de la clase burguesa interesada más en calificar operarios que sirvan a sus intereses. La mala calidad de la educación, sostenía, expresa la despreocupación del Estado y su miedo no confesado de que los sectores marginados y subordinados de la sociedad empiecen a pensar por sus propios medios.
4. Mariátegui criticó a Deustua por considerar el trabajo como “servidumbre” en lugar de “exaltarlo” y “ennoblecerlo” y asumió, en cambio, con Villarán la crítica a la herencia colonial. Criticó a la escuela aristocrática que despreció el trabajo.
5. Aporta en forma decisiva a la comprensión del problema de la educación peruana de su época. Enfoca su crítica hacia la educación establecida en el país y latinoamérica y la muestra como servil a los intereses extranjeros y de una burguesía nacional.
6. Sostuvo que la educación peruana no había contado hasta su época con modelos educativos adecuados a las necesidades del desarrollo socio - económico del país y que por lo tanto la educación no sólo no respondía a los intereses de la población sino que no contribuía para nada a la formación de la nacionalidad y que no tenía un espíritu nacional. La educación, sostenía, no prepara para la vida ni para el trabajo.
7. Mariátegui observó la presencia de un espíritu nuevo que empezaba a difundirse entre los maestros, que no era tan amplio como el de otras capas explotadas en el país, pero que mostraba la expresión de reivindicaciones que no eran solamente económicas sino que abordaban mejores condiciones de vida, y que se orientaban también al cambio en los contenidos y métodos de la educación y en la necesidad de una revaloración de su rol social. La voluntad de cambio, escribió el Amauta, nace de la necesidad de este cambio. Se comienza a sentir el problema; se concluye por adoptar la doctrina que asegura la mejor solución (El Nuevo Espíritu y la Escuela. “En Temas de la Educación”. pág. 66). La nueva conciencia que este cambio implicaba se traduciría en el “nuevo espíritu de los maestros”.
De las palabras de Mariátegui se desprende que el magisterio debía asumir un rol protagónico sobre las nuevas generaciones, impulsando su pensamiento y acción hacia la disminución del desequilibrio social en el país y hacia la justa distribución de la riqueza nacional. Debemos partir de un diagnóstico que permita afrontar el problema educativo, el mismo que para ser comprendido en su real dimensión debe ser entendido como un problema económico y social.
8. Hoy en día la humanidad se encuentra enfrentada justamente a la necesidad de consolidar una identidad que le permita enfrentarse a los grandes retos derivados de la globalización; observamos que los pueblos que desarrollan su propia identidad son los únicos capaces de enfrentarse a la velocidad de asimilación de nuevas tecnologías, nuevos conocimientos y nuevas culturas (caso del Japón, quien está demostrando que es posible moverse en el campo de la innovación permanente y acelerada, manteniendo su identidad cultural).
9. Mariátegui no era un especialista en educación ni ha escrito un libro sistemático y detallado sobre la compleja realidad y problemas educativos, pero tenía la capacidad de análisis y reflexión para penetrar en la historia, de la que toda educación procede, y la maestría del ensayista que con sabiduría desnuda un fenómeno social como es la educación y la impregna de una significación bajo una perspectiva consistente.
10. Mariátegui no propuso una caracterización precisa de lo que debiera ser la nueva escuela y sus roles ni cómo ella podría lograr cambiar su rumbo para descolonizarse y descolonizar al país; sin embargo, sentó las bases para que el magisterio conociese su realidad y se plantease el compromiso de una acción que contribuya a cambiarla en beneficio de la mayoría de peruanos.

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